lunes, 23 de febrero de 2015

Datos sobre las encuestas.

La encuesta es una técnica de investigación social que permite conocer las opiniones y actitudes de una colectividad por medio de un cuestionario que se aplica a un reducido grupo de sus integrantes al que se denomina «muestra». 

Las encuestas están en el ojo de la polémica electoral contemporánea. Desde tiempos inmemoriales los seres humanos tenemos temores y actitudes mágicas frente a los instrumentos que parecen predecir el futuro. Esta tensión instintiva sumada a las pasiones de la lucha por el poder forman una mezcla explosiva . 

Las encuestas son conocidas por el escándalo que produce en las campañas la publicación de la simulación electoral, que es una pregunta del formulario que averigua cómo votarían los ciudadanos si las elecciones fueran el día en que se realiza la encuesta. Los candidatos se obsesionan por esa pregunta. Los porcentajes producen polémicas estridentes. Unos dicen que según «sus» encuestas ganan, otros que las encuestas publicadas son falsas, otros que no creen en las encuestas. En varios países de América Latina se han hecho cuñas de televisión hablando de «verdaderas encuestas» y otros disparates.

En una época en que la democracia se ha ampliado y los países no solo se manejan de acuerdo a lo que dicen las élites económicas o intelectuales, una campaña electoral necesita conocer lo que opinan los ciudadanos comunes acerca de los más diversos temas. La única forma de hacerlo es a través de la investigación científica y la herramienta privilegiada de ese tipo de investigación es la encuesta electoral.

Originalmente las encuestas se aplicaron a la política por iniciativa de medios de comunicación colectiva que pretendían predecir resultados electorales.

La primera encuesta de que hay noticia la aplicó el periódico Harrisburg Pennsylvanian en 1824 averiguando las preferencias de los ciudadanos de Wimiltown en Estados Unidos. En 1880 fue un grupo de periódicos integrado por el Boston Globe, el New York Herald Tribune, el St. Louis Republic y Los Angeles Times el que realizó una nueva encuesta, consiguiendo un aceptable éxito; sus porcentajes se ajustaron bastante a los obtenidos por los candidatos el día de la elección4.

En 1936, la revista Literary Digest intentó hacer su propia encuesta enviando a diez millones de norteamericanos formularios para que los llenasen por sí mismos. El resultado fue catastrófico. Esta experiencia demostró que no es el tamaño de la muestra sino el nivel técnico de quienes la elaboran lo que determina la proximidad de los resultados de la encuesta con los de la elección.

En la década del treinta la señora Alex Miller que pretendía ser Secretaria de Estado en Iowa, contó con el apoyo técnico de las encuestas de su yerno George Gallup para su campaña electoral. Gallup hizo posteriormente su tesis doctoral sobre técnicas de muestreo y fundó una de las empresas de encuestas más famosas del mundo. En esos mismos años surgieron otros grandes encuestadores como Elmo Ropper, que dieron mayor prestigio científico a las encuestas de opinión pública.

Desde entonces en los Estados Unidos las encuestas han servido como instrumento de tecnificación de las campañas electorales y como ingrediente de un periodismo moderno, más preocupado por la opinión pública.


En los Estados Unidos se celebran centenares de elecciones y consultas populares todos los años desde hace muchos años. Esta amplitud y permanencia de la democracia ha permitido que en ese país las técnicas electorales se hayan sofisticado como en ningún otro lugar del mundo. A partir de la campaña del Presidente Kennedy, la mayoría de los políticos norteamericanos comprendieron la utilidad de este tipo de estudios, y actualmente no existe ningún candidato medianamente serio que al iniciar su campaña no proceda a conformar un equipo de consultores profesionales que le asesoren entre los cuales, inevitablemente, está al menos un experto en encuestas.

A partir de la formación de la American Asociation of Political Consultants en los años sesenta, la consultoría política se ha profesionalizado. En la política norteamericana actual nadie duda de la importancia de estos profesionales en campañas electorales y existen varios centenares de empresas dedicadas exclusivamente a la política práctica.

En el intento de avizorar el futuro, la suerte de las encuestas ha sido variable. Por lo general, los sondeos han previsto los resultados  aunque a veces han fallado estrepitosamente, como en 1948 cuando todas las empresas predijeron la derrota del Presidente Truman, o como en las elecciones nicaragüenses de 1990, en que la mayor parte de las empresas encuestadoras predijeron el triunfo Sandinista sobre Violeta Chamorro.

En la mayor parte de los países de América Latina las primeras encuestas se aplicaron patrocinadas por medios de comunicación colectiva. En estos días son muchos los periódicos y canales de televisión que publican encuestas cuando llegan las elecciones. Algunos medios de comunicación modernos usan regularmente estudios de opinión pública para otros temas que no son estrictamente electorales, pero que son cada vez más importantes para comprender la política contemporánea.

Actualmente en América Latina son pocos los políticos que manejan bien las encuestas y la consultoría política para orientar sus campañas electorales, aunque en los últimos años, en la mayoría de las campañas han participado consultores que basan sus estrategias en los resultados de investigaciones técnicas.

La distancia que existe entre el mundo de los políticos, periodistas, intelectuales y personas interesadas en los juegos del poder y los ciudadanos comunes, es enorme. El mundo del poder juega y se reproduce a sí mismo sin tomar en cuenta que muchos de sus temas obsesivos son irrelevantes para los electores comunes.

Los debates en los que los políticos se juegan por entero, son poco o nada conocidos por las grandes mayorías y carecen de interés para ellas. En nuestros países las intensas polémicas personales, en la mayoría de los casos, solo interesan a sus protagonistas y desprestigian al sistema democrático sin fortalecer a sus protagonistas ante la mayoría de los votantes.

Si un político quiere salir del pequeño mundo creado por su entorno y comunicarse con los electores, lo único que puede hacer es contratar estudios periódicos realizados por profesionales que le ayuden a comprender lo que piensa y quiere la gente.

La experiencia de la mayoría de los consultores políticos profesionales coincide en un punto: buena parte del dinero que se gasta en una campaña electoral o en una campaña gubernamental de imagen se desperdicia si la acción no está orientada por una buena investigación.

Muchos discursos, cuñas y comerciales de una campaña que no se asientan en una buena investigación, se dirigen más a satisfacer los nervios del candidato y a fastidiar al adversario que a ganar votos. 

Fuente: http://www.iidh.ed.cr/

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