jueves, 17 de marzo de 2016

¡Buenos sinvergüenzas!

Voy a iniciar este artículo a petición de un diario digital mexicano con el siguiente paréntesis para que ningún listo de éstos que por aquí aparecen se equivoque con mi pensamiento, muy fraguado en la lectura, por cierto: (Ni por asomo soy homosexual, ¡y de qué manera podría ni remotamente serlo!; ni nada que por el estilo que se parezca; pero defiendo la tolerancia, que es el derecho de cada quien ser lo que le plazca en un mundo de visión global, siempre y cuando esa tolerancia no infrinja o vaya contrarias a las leyes, como robar, matar, falsificar y otros pecados capitales, etc., porque un mundo intolerante sólo lo conciben los mediocres, los hombres y mujeres que no admiten la naturaleza de los demás)


Y cerrado el paréntesis, a continuación el artículo o comentario al que hice referencia:
Lo primero es que renuncio, a través de una carta que haré llegar oportunamente, a mi condición de ex profesor meritorio del Instituto San Juan Bautista de la Salle, el centro académico que fundó el extinto padre Antonio Peguero (a quien se le sindicó como homosexual), pero un hombre de férrea formación académica, forjador de generaciones de hombres y mujeres de clase media que hoy son ejemplos de la sociedad.



Fue el Instituto San Juan Bautista, en la rectoría del padre Antonio, la academia que me enseñó a impartir docencia, a amar a los niños y prepararlos para el bien, al tiempo que me ofrecía la oportunidad laboral para el sustento de mis estudios universitarios; sus aulas fueron ejemplos de la excelencia académica.



Jamás pensé que el padre Manuel Ruiz, a quien conocí a raíz del ciclón George (22 de septiembre de 1998), cuando me invitó a que acompañara al cantante Danny Rivera a la entrega de donativos en Sabana Grande de Boyá, población que quedó devastada por el ciclón, se convertiría en un sacerdote intolerante al servicio de los más nefastos intereses de la iglesia católica.



¿Cómo este cura patrocina entre la comunidad educativa que dirige (el Instituto San Juan Bautista de la Salle) campañas a través de letreros en contra de la condición homosexual del embajador norteamericano James Brestewer? Y que conste también, por formación, he sido antiimperialista siempre, para que un ligero tampoco se vaya a equivocar.



Cada quien puede ser lo que quiera (maricón, lesbiana, gay, lo que quiera) ¿y qué...? ¿Qué puede importarle al otro la inclinación de género de otra persona?



Vivimos un mundo del libre albedrío, donde cada quien puede ser, repito, lo que le dé la gana.

¿Por qué el padre Ruiz no promueve carteles o letreros en contra de los curas pedófilos que él (protegido del cardenal) más que nadie conoce? ¿Por qué el padre Manuel Ruiz no se dedica a rescatar al Instituto San Juan Bautista y devolverle su otrora imagen de un centro educativo de primer orden en la enseñanza secundaria, como antes lo era?



¿Sabrá el padre Manuel Ruiz cuántos maricones de la iglesia a esta hora están degenerando a sus feligreses? ¿Ignora el padre Ruiz cuántos curas bandidos hay en República Dominicana?

Brestewer es un 'pájaro', un pájaro declarado, ¿y...? Nos va o nos viene eso?



Lo invitaron (no se invitó él) a una charla a un colegio de Santiago, y de inmediato los supuestos pastores evangélicos (que también están llenos de pedófilos, aunque no se ven la viga o la paja en sus ojos) se destaparon recolectando firmas para pedirles al presidente Obama que lo destituyera del cargo de embajador. ¡Oh, Dios, cuánta intolerancia!



Pero los obispos, peor hicieron. Se reunieron con personajes de una supuesta izquierda, que es la denegación misma del pensamiento progresista y revolucionario de América Latina, y redactaron un documento para pedirle al gobierno dominicano que también se pronunciara respecto al embajador gay. 



¡Qué curas del diablo más perversos!



Ojalá me pusieran a mí a sacar los curas y pastores pájaros que hay en las iglesias, y uno a uno los sacaría, y es muy probable que las iglesias católica y protestante quedaran huérfanas de ministros de una palabra que dicen que de Dios, pero que no son más que unos perfectos truhanes, engañadores de la conciencia.



¡Buenos sinvergüenzas!



Dicho esto, ahora excomúlguenme, mandénme al mismo infierno, y estoy seguro que primero Dios los quemaría a todos, a toditos, antes que mandarme a mí a la hoguera de azufre que nos espera
¡Buenos sinvergüenzas! 

(Tony Pina)

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