miércoles, 16 de marzo de 2016

LO QUE SIENTO, LO QUE SOY


Ser o no ser. Es la dualidad de la vida. Ser es asumir una moral, una ética personal; no ser es la negación de la vida y la peor perversidad.

Ayer noche abrí el balcón y observé mi perico que, al igual que a las siete de la mañana anterior, no me cantó. Es su hora favorita para hacerlo, pero no lo hizo, y noté que era una actitud rara en él. 


Me senté a mirarlo, pensé que se sentía mal, que algo le pasaba; mas cuando me acerqué a su jaula y le hice cosquillas en su cabeza, contrario a lo que siempre hace, darme picotazos, esta vez se dejó acurrucar y bajó su cabeza para dejarse rascar. Entendí entonces la razón de su tristeza y de su indiferencia hacia mí: no le había mirado desde hacía tres días. Era su forma de decirme que estaba disgustado conmigo.


Aprendí en ese momento que las aves sienten y también hablan y que su actitud es observar para luego valorar.


Prodigan bondad. Demandan amor. Así, de igual manera, también son mis perritos. Recorren conmigo toda la casa; me ladran, me brincan, me besan, se me tiran encima, me expresan su lealtad. 

He aprendido, no sólo observando a la naturaleza, sino propiamente observando a los animales, a no dejarme subyugar de nada y a apreciar el sentido de la vida, procurando siempre que mi mente me abastezca de todo lo que quiero y de todo lo que ansío. 


Muchos observan sólo el ave volar, yo en cambio la veo posar, le miro a los ojos y entiendo su forma de ser y su singular bondad.


Oigo mi perico en la ventana y entiendo su canto y sus deseos de salir de su jaula; y él sabe que ese es su hábitat y por eso me expresa su pesar.


Tal vez por eso, en mis peores momentos, esbozo una sonrisa de felicidad. Mi riqueza no es más que un estado de conciencia limpia. Es el mejor estado para procurar mi paz, porque no es lo mismo la felicidad que se siente cuando uno llora solo que cuando el mundo ríe contigo.


Por: Tony Pina
Periodista 

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