martes, 2 de agosto de 2016

Cazando pokemones

Este asunto de la caza del Pokemon es realmente sorprendente. Que miles, millones de personas se lancen a la calle en todo el mundo (occidental) a capturar muñequitos con su teléfono debe tener alguna explicación sociológica. Si además se analiza que hay “gimnasios” y “entrenadores” el tema se pone realmente extraño.
Quizá la explicación más sencilla sea que jugar es divertido a cualquier edad. Pero la magnitud del fenómeno puede llevar a pensar que hay algo más profundo... Será un efecto de la infantilización de la sociedad, la adolescencia prolongada hasta los treinta, los Peter pan que no quieren crecer...
Es probable que cazar pokemones sea mejor para la presión (o el principio de depresión) que sentarse a ver en un noticiero los horrores de los últimos degüellos islamistas. Y sin duda, es más entretenido que saber que Ortega en Nicaragua detenta cada vez más poder y que Maduro está ya mandando empleados a trabajar el campo.
Aquí ya teníamos una versión del juego. Thimo Pimentel esconde por el país piezas cerámicas originales, trabajadas en su mayoría por la técnica japonesa del Rakú. Cilindros grandes, chiquindolos, cubossiers, aones, corazones, guaripakis, cocolondrios, cemijigues, bulliris, mojones de la frontera, ciguapas, venus, trigonolitos, guanines, cemíes, ranas Tora. Arte Furtivo que convoca a sus “adicthimos” a buscar las piezas siguiendo las pistas que deja en su página de Facebook.
¿No es mejor cazar Arte que pokemones?

Fuente: Diario Libre 

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