lunes, 28 de mayo de 2018

HUBO TIEMPO PARA TODO


Ella se fue, la recuerdo, pero no me hace falta. El tiempo juntos fue suficiente. Hicimos muchas cosas y aprendí mucho de ella. Muchas cosas de las cuales algunas no recuerdo, pues mi memoria está fresca hasta los tiempos de uso de razón. Ante de ese tiempo sé que también ella estuvo a mi lado y cuidando de mí.



Ella ya no está, pero no la añoro, solo la recuerdo con cariño. El tiempo juntos fue suficiente para aprender los valores familiares, el intercambio social, el compartir con la familia y todos los demás. Las reglas de la vida no nos permiten tenerla para siempre. Es un ciclo establecido, que no podemos cambiar.



Recuerdo tu idea de que mi padre hiciera una butaca exclusiva para mí, pues yo no quería ir a la escuela. Cuando cuidabas de que mis uñas estuvieran limpias para que la profesora Ozema no golpeara mis manos. Cuando me dijiste que no debía temer al sexto curso porque supuestamente era complicado, pues los profesores primero enseñan y luego preguntan.



No puedo olvidar cuando enfriabas mi vaso de leche pasándolo de un envase a otro y yo miraba el largo chorro que creabas cuando el humeante líquido blanco pasaba del tazón al jarrón y del jarrón al tazón. Nunca se ha borrado de mi mente cuando me aclaraste que la palabra nariz se escribe con Z (zeta). No sé si te dabas cuenta cuando me robaba un pedazo de arepa de la vitrina y un mabí de la nevera, pues nunca hubo represalias por ese concepto.



Cuando me enviabas a la tienda La Sirena de la Av. Mella a comprar un galón de rinse y otro de Shampoo, los cuales luego vendías al detalle en vasitos de plástico. Me causaba placer me decías que había un viaje al Monte de Oración y que necesitabas el dinero del pasaje y la merienda. Cuando me decías que yo debía seis u ocho cervezas de las que tú misma vendías. Si, yo las debía pero eras tú misma que la consumías.



Cuando echaste agua bendita a mi primera motocicleta. No te gustaba la idea de que yo anduviera en un motor, pero luego dijiste: “Y que se va hacer, ya lo compró”. Cuando yo salía en la moto también decías: “Que Dios te acompañe”, a lo que yo jocosamente te respondía: “Mamá si él me va acompañar dígale que se agarre bien que nos vamos en bola de humo”.



En fin un sinnúmero de cosas que se dieron durante todo ese tiempo junto a ti, el cual terminó con tu partida. Tus 45 días de convalecencia nos acomodaron un poco para asimilar tu ausencia, y el tiempo a tu lado concluyó. Fueron tiempos de gran calidad, tiempo bien aprovechados y de muchas enseñanzas y de buenos frutos.



Lo aprendido y lo disfrutado fue suficiente. Tus hijos estábamos ya preparados para enfrentar la vida. Por eso, no me haces falta, lo vivido fue suficiente. Solo te recuerdo con amor mamá. Gracias por construir una familia de tanta valía. Las semillas sembradas aún siguen dando frutos.
A doña Mercedes Campusano (Chea), en el día de las madres.


Por: Jesus Perez Campusano 

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