Por:Enrique Soto
Articulista - Lunes
Mientras los dichosos
senadores de nuestro país aprueban un aumento de salario porque algunos dicen
que no les da ni para comprar una botella de agua, yo me pregunto y los
trabadores jubilados son "gorgojos" ¿cuántas personas se preparan
para su jubilación? ¿Quiénes modifican o hacen cambios en su vida después de
una pensión? Quiénes se adaptan y se
enferman? Me cuenta un vecino: "la vida de un pensionado sólo la conoce
él, que es quien la vive".
Me dice eso mientras me decía, Enrique ayúdame
con estas pastillas "losartan", que es la pastilla que toma para
luchar con la enfermedad que padece y sin éste medicamento no puede vivir, para
empezar, las pensiones de la mayoría de los trabajadores, es insuficiente y no
da para cubrir la canasta familiar, los medicamentos, para pagar los servicios
básicos y, ni hablar de la recreación, ahorro, viajes, calidad y calidez de
vida. Peor aún, cientos de trabajadores
durante sus años productivos no pudieron ahorrar para vivir dignamente: tener
una casa, contar con activos o ahorros para su vejez, hacer frente a los
problemas psicosociales y de salud en el presente y para el futuro.
La vida se
le fue en sobrevivir, para poder vivir, pagar servicio, mala calidad de vida y
mucho estrés. Al llegar la pensión todo ha cambiado: las enfermedades, las
limitaciones de todo tipo, mucho tiempo libre, pobre sentido de utilidad,
desesperanza aprendida, etc. Algunas personas logran acumular o ahorrar
activos, seguro médico, alcanzar calidad de vida después de años y décadas de
trabajo, se mantienen integrados a nivel socio-familiar, cosa que le facilita
una mejor salud mental.
Sin embargo, no todos terminan con la familia
integrada, la vida en pareja, los amigos de siempre, las actividades
socio-culturales que le permita el gozo, la relajación, el disfrute y la
armonía en plena jubilación. Es decir, algunos confrontan la viudez, las
pérdidas de los amigos, la distancia de los hijos, el desafecto, la soledad, la
insolaridad, la incomunicación, el distanciamiento, la falta de apoyo para su
salud, su diversión, visitas, caricias, en fin, atención y calor humano.
Al
llegar la jubilación, muchos se preguntan: ¿ y ahora qué? ¿Qué hacer con el
tiempo? ¿Cómo administrar las horas? ¿De qué me puedo ocupar? Con esa
jubilación aparecen los cambios de la menopausia y la andropausia, las mañas,
los hábitos endurecidos, y la inflexibilidad para los cambios. Para otros, la
realidad sigue estresante: los hijos siguen dependiente, le gastan sus ahorros,
le generan conflictos, estrés y le ocupan su tiempo y le administran sus vidas.
La verdad, de las verdades es que pocas personas planifican y se preparan para
la jubilación en lo económico, lo emocional, lo efectivo, lo social, la salud,
la espiritualidad, la utilidad y vida digna. La jubilación hay que organizarla
durante los años en que se trabaja; se vive el presente, se piensa en presente,
pero se planifica de forma integral su adultez para el futuro con las cuatros
C: continuidad, constancia, coherencia y consistencia.
Además, se debe
reflexionar para valorar el riesgo biológico: ¿Dé qué mueren abuelos y padres?
¿De que sufre en la actualidad? Para modificar los hábitos riesgosos y aumentar
los factores protectores como: hacer ejercicios, tener tertulias, leer, ir a
cines, teatros, visitar amigos, buscar familiares, construir nuevas relaciones,
trabajar medio tiempo, asumir una actitud altruista, tener sexo, amor, hacer lo
que le gusta, practicar el auto-cuidado, cumplir las visitas a los médicos,
distanciarse de personas tóxicas, lugares tóxicos y espacio de conflictos.
Cuando llega la jubilación y no hay nada programado, las personas empiezan por
estresarse, sufrir insomnio, dolores, soledad, desactivación, aburrimiento,
irritabilidad, nostalgia, sentimientos de culpa,etc., llegando a sufrir la
depresión del jubilado. Es cierto que en esas edades aumentan los problemas de la
salud mental y física; pero también, los maltratos financieros,
institucionales, familiares, sociales y psico-emocionales. La depresión es la
primera causa de la mala calidad de vida y sufrientes y la melancolía en la
adultez y la vejez.
Pero en mi opinión pienso, que si el Gobierno y los
legisladores le dan una revisión a el salario de las pensiones de los
trabajadores, estos van a poder organizar y planificar su jubilación, para
estructurar una vida más armónica, más feliz y más próspera y así no quedar
atrapado en la angustia, la soledad y la depresión, de no poder comprarse ni
una Botella de agua del salario de su pensión.